lunes, 3 de septiembre de 2012

La mosca

Abrí la ventana y una mosca se deslizó junto con el frío de la mañana dentro de casa. Fue a posarse directamente en el borde de mi taza de café. Después de frotarse las patitas comenzó a revolotear incansablemente por el salón, parecía querer inspeccionarlo todo, como si buscara un lugar propicio para descansar. Afuera el sol había reaparecido después de varios días de lluvia, pero la mosca parecía saber que  la lluvia volvería y porfiaba en revolotear por toda la casa. En otras circunstancias la hubiera espantado hasta verla salir por la ventana, pero no me moví de dónde estaba. La observé pacientemente, hasta que decidió posarse en uno de los libros que mi hijo había dejado en la mesa de su biblioteca. Mi hijo amaba los libros y yo no volveré a verlo llegar a casa , ni él volverá a esta biblioteca. Hace unos días me he despedido de él, llovía mucho, pero no me moví de su lado hasta que cayó la tarde . Desde ese día no me he atrevido a leer ni un sólo libro de su biblioteca. Me he limitado a estar sentada en el sofá mirando caer la lluvia, hasta hoy que vi  el sol y a esa mosca pegada a la ventana y que ahora camina sobre el lomo del libro que mi hijo no volverá a leer.
Rápidamente la mosca ha alcanzado el cielo raso y revolotea alegremente haciendo rizos en el aire. Parece un animalito muy vivaz. Pocas veces he visto una mosca con  tanta atención. No es extraño que una mosca entre a nuestras casas , ni que pasen todo el día dando vueltas alrededor nuestro, como si esperaran algo de nosotros. Esta mosca viene directamente hacia mí, vuelve a posarse en mi taza de café, después baja a la mesa, rodea la cucharita y antes que lea mis pensamientos, dejo caer sobre ella un vaso sin darle tiempo a escapar. En un primer momento parece desconcertada con su cárcel de cristal, pero una vez recuperada del susto, intenta remontar el vuelo. Lo hace incansablemente, aunque por momentos deja de volar. Pienso que no quiere morir y por eso vuelve a intentar escapar de la prisión que he dejado caer sobre ella. Han pasado muchos minutos, casi no tiene fuerzas, pero porfía, es tenaz, cuando parece que no volverá a intentarlo y tengo la tentación de alzar el vaso, vuelve a moverse. Tal vez la muerte es sólo cuestión de dejarse morir.  Este no es el caso, la mosca lucha hasta el último segundo, mueve por última vez las patitas, y no sé en que instante preciso se le ha escapado la vida, pero está muerta , con la panza arriba y las patitas quietas,   aunque a mí me da la impresión que si alzo el vaso , ella podría escapar y salir por esa ventana, desde la que puede adivinarse la vida.

Silvia LLanto 

Mataró  3 de Setiembre del 2012

2 comentarios:

  1. ¡Qué triste Silvia!
    Pero así y todo, me ha gustado,
    Recuérdame el programa un día antes, que soy muy despisstada. Besos poéticos

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