Desde que llegué a Mataró me tocó en suerte vivir en uno de los barrios más poblados de la capital del Maresme, también uno de los más dinámicos y donde confluyen un abanico de culturas , con sus consecuentes encuentros y desencuentros. Estoy hablando del barrio de Cerdanyola, un barrio formado en sus inicios por esos miles de migrantes llegados desde otros pueblos de España, andaluces, murcianos que huían de la miseria y venían a esta tierra con casi nada en la maleta pero sí con esa fuerza del que no tiene nada que perder.
Con el tiempo , nuevos vecinos han llegado de tierras más lejanas pero con iguales sueños y esperanzas. Es inevitable que la convivencia no esté exenta de roces, unos olvidan que en otros momentos ellos también hicieron el mismo recorrido, otros simplemente no comprenden que convivir es respetar al otro en su diferencia y que todos tenemos el derecho a ir donde queramos. He dicho en un principio que me ha tocado en suerte vivir en este barrio, porque me ha permitido observar in situ la interrelación entre estos grupos, ver las diferentes estrategias planteadas desde las instituciones y su resolución en las calles. que es dónde deberían evaluarse , por cierto.
Es cierto que Cerdanyola es un barrio con una base asociativa histórica , pero este tejido social está formado en su mayoría por personas de mediana edad que se concentran en centros vecinales, en asociaciones culturales , religiosas y deportivas. Salvo las asociaciones que difunden bailes tradicionales y cuestiones deportivas , es notable la ausencia de gente joven en ellas.
Pero desde el 15 M , algo ha pasado en España y en especial en mi barrio. Al márgen de las estrategias oficiales, se ha desarrollado un encuentro entre generaciones , una retroalimentación de experiencias combativas, que han nacido como respuesta a la crisis y a un sistema que vive de espaldas al pueblo. Recuerdo haberlos visto en la plaza Isla Cristina, el año pasado, aún eran un movimiento incipiente, falto de experiencia, no convocaban precisamente a mucha gente joven, su auditorio eran a menudo jubilados, gente de la asociación vecinal, de la Favm. Sin embargo sabían escuchar.
En lo que va del año, se han impedido en Cerdanyola dos desahucios, con concentraciones convocadas desde las redes y los medios, ambas concentraciones han sido exitosas y han demostrado , que solamente movilizándonos todos ,sin ver diferencias de raza y nacionalidades podemos enfrentarnos a este sistema, planteando alternativas más justas y solidarias, alternativas que nacen del pueblo pero que precisan gestionarse a otro nivel y es ese el punto a trabajar.
Existe en Mataró un movimiento vecinal re-forzado, un movimiento que nos indica cual es el camino a seguir , un movimiento que sabe que no ganaremos nada lamentándonos en nuestras cómodas casas, ni asegurándonos un puesto de trabajo, a costa de sacrificar derechos laborales, trabajos dónde quién sabe mañana hayan decidido prescindir de tus servicios. Hay algo llamado dignidad , algo llamado coraje y valor que anda en estas calles de mi barrio .
Las fotos y videos corresponden a mi amigo Antonio Ruiz , del Casal del Barrio de Cerdanyola.
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