martes, 28 de agosto de 2012

El verano del 2012



Recordaré este verano porque por primera vez me he sentido en la piel de un vampiro. Y no es precisamente porque tenga alma de  depredador chupasangre. Para chupasangres  tenemos a toda esa sarta de políticos y tecnócratas que han llevado a los estados de la UE a la situación actual, lo digo porque me ha faltado poco para terminar derretida en alguna acera de Mataró. Salir a la calle en este verano del 2012  ha sido un arriesgarse a desaparecer volatizada al entrar en contacto con los rayos solares, cual  Nosferatu del siglo XXI. Sin duda no ha sido el  "Verano Azul" de la famosa serie por todos recordada, porque  este verano ha estado más próximo al infierno que al azul celestial.

Para comenzar el verano del 2012 ha marcado el record de incendios en España, con un saldo trágico de pérdidas humanas. Ninguno de nosotros olvidará las imágenes dantescas de los campos arrasados por el fuego, ni la secuencia de desesperación de la gente huyendo del fuego en Alt Empordá en las pantallas televisivas.

Los cortafuegos sin embargo parecen inútiles ante la gran crisis que este verano ha arrasado con el Estado de Bienestar. Este verano las vacaciones llegaban de la mano de una marea de recortes despiadada. En este verano nuevas palabras han pasado a formar parte del argot pòpular: rescate, prima de riesgo, recesión.

También en este verano inolvidable, hemos dejado de creer en la clase política, vivimos la dictadura de los mercados y en este estado la voz de los ciudadanos no tiene ningún valor. Sin duda hemos dejado de creer en muchas cosas salvo en nosotros mismos.

Caminando bajo el so,l pensando en los vampiros,  y en todas estas cosas que parecen chuparnos la sangre, siento la alegría de estar viva, de aún ser la misma , aunque el sol caliente y esto parezca el infierno.







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